¿Quien nunca ha escuchado la frase?: “¿Quieres adelgazar? Para de comer”.Pero antes de pensar en eso, recuerda que nuestro organismo es muy inteligente. En una primera fase de una dieta radical, el cuerpo pasa a perder líquidos, lo que nos pasa la falsa sensación de adelgazamiento, llevando a una deshidratación que puede generar un desequilibrio de minerales. Después de esa fase, el cuerpo empieza a consumir las proteínas de los músculos, tan esenciales para el cuerpo, intentando así conseguir más energía. Y por ultimo, empieza a quemar la grasa. Ese proceso equivocado funciona como un mecanismo de defensa del organismo, una vez que la principal fuente de energía del cuerpo viene de la grasa, y si ella no está presente la solución encontrada por el cuerpo es romper las proteínas importantísimas para el mantenimiento del todo el organismo.
Eso genera un desequilibrio, causando la privación de muchos nutrientes esenciales, además de pierda de masa muscular. El metabolismo, en general, se queda mas lento perjudicando las funciones del intestino, por ejemplo. Además, puede causar pierda de la memoria, queda de la tensión, anemia, falta de concentración, insomnio, dolores de cabeza, temblores, irritabilidad, desmayos, etc.
Después de un largo ayuno, o si el tiempo entre las comidas es muy grande, el organismo, que es muy listo, almacenará cualquier alimento ingerido, pues no sabrá cuando recibirá más energía. Una de las maneras de “guardar” este combustible es en la forma de grasa, causando el efecto contrario al que se quiere: o sea, el gano de peso.
